El Gran Premio de Las Vegas presentó un desafío para todos los pilotos con un trazado urbano exigente y competitivo. Franco Colapinto completó la carrera gestionando la presión de la parrilla media-baja y asegurando que su Alpine cruzara la meta sin incidentes mayores.
Desde el inicio, Franco sufrió contacto en la primera vuelta por parte de ALB, lo que provocó daños en el difusor y pérdida de downforce durante toda la carrera. A pesar de ello, logró mantener un ritmo constante, evitar errores en los tramos más complicados y sobrepasar a pilotos que abandonaron o fueron descalificados, demostrando concentración y consistencia.